A once años de su secuestro, el caso de Marita Verón, paradigma de la trata sexual, es también un símbolo de la impunidad que ha trascendido fronteras. El juicio contra trece acusados fue uno de los más resonantes de la Argentina. Su sentencia –trece absoluciones–, la más escandalosa, a tal punto que desató movilizaciones en todo el país. La “falta de pruebas” esgrimida por el cuestionado tribunal intentó justificar un fallo amañado, que merece explicaciones múltiples. Sibila Camps presenció la mayor parte de las audiencias, que cubrió para el diario Clarín. Sin embargo, La red se aleja de la crónica periodística para armar el rompecabezas que soslayaron tanto los jueces como el poder político. Conocedora aguda de Tucumán, no se conforma con reconstruir la trama de explotación sexual y trata más importante del noroeste, con nexos en medio país, sino que a la vez restituye los hilos que entrelazan los diferentes contextos de los cuales son emergentes este caso y este juicio. Recompone así la matriz de miedo que se adueñó y persiste en la provincia, el crecimiento del temible clan de los Ale y el surgimiento del polo prostibulario de La Rioja durante el menemismo. Al mismo tiempo, La red despliega los modelos de mujer y de familia presentes en las víctimas, incluso en las devenidas en victimarias; el código de los burdeles y el de la justicia, y sus lenguajes enmascarados, y el rígido juego de roles del extenso juicio oral, donde los lapsus y los silencios filtraron fragmentos de la verdad. Sin perder nunca de vista una escala humana, este complejo tapiz está también bordado con las historias de vida de las jóvenes que cayeron en poder de la organización y compartieron sus sufrimientos con Marita Verón.