La secta

Autor
López Moya, Carola
Editorial
Grupo Planeta - Argentina
ISBN
9788423435937
Idioma
Español
Publicado
2023
Formato
application/epub+zip
Marca de agua digital
9,99€

Por primera vez en España, una administración abrió en 2021 un procedimiento sancionador a una psicóloga sevillana bajo la acusación de promover terapias de conversión para personas trans. Le ocurrió a Carola López Moya, después de haber sufrido una auténtica cacería de varias organizaciones que la denunciaron ante la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía, por unos tweets en los que afirmaba que «las mujeres trans son varones» o que «las cirugías de reasignación de sexo son un negocio que se lucra del malestar que produce el género». Finalmente, la Junta archivó el expediente, ya que consideró que las opiniones de la psicóloga no constituían una infracción administrativa penada con multas de entre 60.000 y 120.000 euros, o incluso con la inhabilitación temporal. Pero esto le sirvió a Carola López para aprender cómo funcionan las campañas de acoso del transactivismo y las estrategias de manipulación sectarias que utiliza. En este libro analiza cómo el movimiento queer se ha transformado en una nueva religión, con su propia inquisición para quemar en la hoguera o lapidar a quienes se atrevan a contradecir sus dogmas. La autora expone cómo esta secta se sirve de la persuasión coercitiva, la propaganda, la censura y las promesas de salvación, y cómo se centra en personas vulnerables como los adolescentes. La secta no es un alegato en contra de las personas transexuales, sino una crítica a la ideología detrás de la identidad trans y el cambio de paradigma respecto a la transexualidad que ha traído la nueva Ley Trans. Carola López sostiene que si un joven está a disgusto con su cuerpo, lo lógico es ayudarle a aceptarse con la mínima invasión posible a través de la terapia, aunque para muchos esta reflexión equivale a un delito de odio «tránsfobo». La secta trans renombra la atención al malestar psicológico como terapia de «conversión» y a los tratamientos hormonales y cirugías con daños irreversibles lo llaman «despatologizar». Pero, cuando comiencen a aumentar los casos de menores enfermos de por vida, arrepentidos y con sus órganos atrofiados o amputados, ¿qué pirueta mental harán para justificarse todas las personas cómplices de esta situación?