La tierra baldía es una pieza coral donde las voces de vivos y muertos, de personas y personajes, se atropellan, se travisten de otros o de versiones pasadas y futuras de sí mismos. Hurga en la memoria afectiva que guardamos de cosas y seres; antes que nombrar el miedo y condicionar nuestra reacción, muestra “el miedo en un montón de polvo”; antes que referirse a la soledad y a la muerte, propone ver “los huesos regados en un seco desván”.