Nació en una casa muy humilde, en una colina, rodeada de viñedos y bosques. Era un día de verano, cuando una campesina, Margarita Occhiena, sostuvo en sus brazos a su segundo hijo, Juan, recién nacido. El niño que llegaría a ser San Juan Bosco, el niño que soñaba y hacía sus sueños realidad.