La tesis principal de este libro es que el vínculo originario entre América y la utopía se mantuvo vivo durante el siglo XIX. El autor llega a esta conclusión tras el examen las relaciones que mantuvieron los teóricos del socialismo, generalmente franceses, con América Latina; el eco de las revoluciones de 1848 en nuestros países; la participación de los países latinoamericanos en esta oleada revolucionaria, y las tentativas comunitarias para erigir nuevos mundos en el Nuevo Mundo.