"Esta novela fulgurante es la acción certera del amor mudable. Es el nombre claro, el lugar claro, tras la repetición de la despedida. Es el cumplimiento luminoso de la promesa del mal amor".
Carolina Sanín
"Me gusta cómo luce la agonía, pues sé que es verdadera". La preciosa novela de Pedro Carlos Lemus me hizo pensar en este verso de Emily Dickinson, porque se trata de un joven que ha sido educado con rigor en la tristeza. Sus padres -defectuosos, como todos- lo zambulleron temprano en el mar del abandono, la frustración y el despecho. Y ahí -como las heroínas de las telenovelas que adora y como en las letras de las canciones que lo hieren y lo curan y lo hieren- aprendió a nadar con soltura y dignidad. Así también aprendió a enamorarse: con esa asombrosa habilidad de replegarse antes del golpe. El joven al que ama también lo abandonó, aunque quizá él no lo diría de esa forma. Lo diría de un modo más sugerente y, por eso mismo, más doloroso. Encontrar poesía en el sufrimiento, en la opacidad, en la incomprensión, en la observación melancólica de la "plenitud" fabulada de los otros es uno de los grandes méritos de esta novela. Como alguien que se disecciona lentamente para estudiar su fragilidad y luego traducirla en imágenes tan bellas como inclementes, Lo llamaré amor nos ofrece una mirada sofisticada y escandalosamente conmovedora.
Margarita García Robayo
"Saber llorar la tristeza de otro es un talento desconocido que no necesita del lenguaje; es más, es un saber que las palabras pueden malograr porque es preciso el silencio del habla, de la escritura, del pensamiento mismo. Esta obra de Pedro Carlos Lemus da cuenta de ese saber virtuoso. Es un texto escrito todo entre paréntesis (como el autor sueña), y por fuera del paréntesis, una canción que recoge el llanto del mundo".
Margarita Rosa de Francisco
"En esta hermosa novela, Pedro nos recuerda que las manadas se forman en el lamido mutuo de las heridas. Que entre los hijos y las mujeres solas existe aún la posibilidad de reparar los afectos".
Vanessa Londoño