"La historia del motín me atrapó. No por lo que conocí en ese momento por los medios de comunicación, sino por lo que no sabía. ¿Por qué algunos hombres pueden llegar a esos extremos? Matar, descuartizar, violar o cocinarles carne humana a los rehenes. Me interesaba más la vida de los 12 apóstoles que la masacre. De a poco se fue armando una historia que es imposible que la imaginación más descontrolada pueda superar..." En la Semana Santa de 1996, el penal de Sierra Chica fue coptado por los presos. Los rebeldes tomaron diecisiete rehenes, incluida una jueza, su secretario y tres pastores evangelistas. Mataron a ocho presos. A siete los incineraron. Su amotinamiento hizo que se levantaran todas las cárceles del país y desató una grave crisis institucional en la provincia de Buenos Aires. Cuando se habla de Sierra Chica, el episodio que más se recuerda es el de las empanadas de carne humana. Como si fuera una macabra comunión, los apóstoles ofrendaron el cuerpo y la sangre de uno de los presos a cuatro carceleros que fueron tomados como rehenes. Los protagonistas hicieron un voto de silencio. Por eso no declararon en el juicio. Once años después del motín, Luis Beldi viajó a Sierra Chica y pudo reconstruir la historia que hasta ese momento era un secreto que ni los jueces pudieron develar. El autor del libro se reunió con los protagonistas, con los rehenes, con sus familiares y con los que reprimieron la revuelta. En una crónica feroz, Beldi corre el velo que ocultó la masacre y, al mismo tiempo, plantea que no se trató de un hecho espontáneo e irracional, sino de una historia de odios guardados durante años. A través de los códigos carcelarios, llega al corazón de las tinieblas: la intimidad de las tumbas.