¿Podemos pensar la docencia como una práctica artesanal? Observar otros trabajos y los modos en que se transmiten los saberes, ¿puede ser fuente de inspiración para formar en la enseñanza? Dada su especificidad, ¿puede la docencia analogarse a otros trabajos? Andrea Alliaud nos ofrece una obra pedagógica singular, expresión de una trama en la que intervienen aportes teóricos y saberes prácticos actuales y sustantivos. Singular, también, porque transparenta su implicación vivencial como formadora. Convoca y desafía a maestros, profesores, formadores –los "artesanos de la enseñanza" del título– a enseñar y a seguir enseñando, más allá de los tiempos y circunstancias, y a hacerlo cada vez mejor: "Llegar a convertirnos en artesanos de nuestro propio trabajo, comprometidos con lo que hacemos, nos acerca a aquellos con quienes trabajamos y, a la vez, nos proyecta hacia la humanidad que contribuimos a eternizar, porque elegimos hacerlo", afirma la autora.
Alliaud ofrece para lograr su cometido una serie de "instrucciones expresivas" para desplegar en los ámbitos de formación docente (sean institutos, universidades o escuelas) que conduce a maneras poco reconocidas y practicadas, aunque muy potentes, de transmitir "los saberes del oficio". Así nos encontramos con docentes contadores de historias, con obras de enseñanza, material fílmico o literario, que intentan generar prácticas formativas propicias para formar docentes que sepan y puedan crear, experimentar e innovar y, así, enseñar en las escuelas de hoy.