Fernando está convencido de que tiene la peor suerte del mundo: murió su perro, se quedó sin escuela, lo dejó su novia, se fracturó la mano y, para colmo, está por heredar un hotel abandonado que ha pertenecido a la familia de su padre, a quien no ha visto en años y quien se encuentra muy enfermo. Como no tiene nada que perder, decide acompañar a su tía Queta y a su primastra Catalina a Costaverde para recibir la herencia. En medio de aquel viaje, lleno de secretos, recuerdos e historias de fantasmas, Fer desarrollará una amistad que lo cambiará profundamente. Pero nada es lo que parece.