La contribución de Isidoro Reguera a los estudios sobre el pensamiento y la persona de Ludwig Wittgenstein es excelente y extensa. Se trata de uno de los primeros introductores de Wittgenstein en España, ha publicado tres libros monográficos sobre su filosofía, es su voz al español más notable (ha traducido ocho libros suyos), ha pronunciado docenas de conferencias sobre él, ha organizado numerosos congresos en torno a su figura, ha dirigido y participado en grupos de investigación sobre su obra y su tiempo En resumen, ha consagrado a él buena parte de su vida intelectual. Afirma que Wittgenstein no es capaz de ordenar el lenguaje de otro modo que como él mismo es lenguaje. Esto también es cierto de Reguera. Su estilo deja traslucir una verdad cuya lógica no resulta tangible. Sigue el consejo de Wittgenstein y se guarda de un pathos razonable cuando escribe filosofía. Consciente de que ordenar el pensamiento es una tarea condicionante, limitadora, se sirve del abismo del lenguaje, de su lenguaje, de su uso privado de este, que es también él mismo. El lector descubrirá que estas páginas no solo hablan de Wittgenstein, sino que a menudo se separan de él para echar a andar solas. Reguera piensa problemas contemporáneos sirviéndose del sólido andamiaje que procura la filosofía de Wittgenstein. Es el suyo un pensar una y otra vez lo mismo, como hacen los grandes; y mientras sin cesar lo rodea, crea un sinfín de geografías sintácticas, a veces sorprendentes, que al tiempo que logran alcanzar su objetivo a bocajarro, lo arropan, sin llegar a despojarlo de sus velos.