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Malek, un magnate de la construcción, ha muerto dejando una inmensa fortuna y tres de sus cuatro hijos se preparan para repartírsela. El cuarto, Guy, ha desaparecido hace años y nadie ha tenido nunca mucho interés en saber dónde está, porque, en realidad, lo consideran todos la oveja negra de la familia, un auténtico mal bicho, antiguo hippy y drogadicto. Una prima de Kinsey Millhone, que trabaja en un bufete especializado en testamentos y propiedad inmobiliaria, debe encontrar a toda costa a Guy y, como sospecha que éste ha destruido el último testamento del viejo Malek en el que se le deshereda, naturalmente recurre a Kinsey para que lo encuentre. Kinsey está acostumbrada a este tipo de trabajitos y encontrar a Guy es para ella pan comido. Lo duro viene a continuación, porque, ya se sabe, donde hay dinero…
El ya nutrido «club de fans» de Kinsey Millhone sabe que ésta no tiene buena opinión de las familias y, de hecho, intenta evitarlas, empezando por la suya. Sin embargo, esta vez accede a colaborar con una prima suya… ¡Así le irán las cosas! Por suerte, para echarle una mano y consolarla en la cama reaparece aquí Robert Dietz, el forzudo guardaespaldas que apareció en la letra G.