«Cuán perversa debe ser esta mujer como para ser capaz de querer estudiar medicina con tal de ver hombres desnudos». Periódico El Amigo de la Verdad, 1881
El conocimiento fue para Matilde Montoya su único dios verdadero, pero también el origen de todas sus desdichas y su olvidada gloria. A pesar de su inteligencia y sólida vocación, siempre fue relegada en la Academia por su condición de mujer. Al interior de las escuelas donde estudió, Matilde fue ignorada por condiscípulos y maestros, su presencia en las aulas callada o abiertamente cuestionada y sus opiniones, siempre certeras, fueron objeto de controversias o de burla. Sin embargo, ella, mujer de gran carácter que contó siempre con el apoyo de su madre, Soledad Lafragua, logró superar las adversidades y convertirse en la primera médica de México, provocando el sobresalto de quienes atestiguaron la inevitable destrucción de los cánones establecidos.
La novela de Carlos Pascual, de fenomenal destreza literaria, rescata la figura e importancia de Matilde Montoya, quien luchó con su incuestionable ejemplo por que se escuchara la voz de miles de mujeres acalladas por razones tan vagas como la tradición o el decoro.