La crueldad de los poderosos conduce a su propia condena. La novela preferida de Donna Leon.
Prolongando la estela de las grandes figuras del género policiaco, Guido Brunetti, es el comisario que encarna la percepción de Maigret, la personalidad de Carvalho y el encanto de Montalbano. Su olfato es infalible, su humor es complaciente, su lengua afiladísima, su melancolía es una inspiración, su corazón es manso, y su mente demasiado perspicaz. Sobre todo para los asesinos que quieren borrar su huella con muertes y engaños. En Muerte y juicio, la cuarta entrega de la serie que viene publicando Seix Barral, Donna Leon nos conduce magistralmente, de la mano de Brunetti, desde el cadáver de Carlo Trevian, influyente abogado, hasta la signora Ceroni, jefa de una agencia de viajes que, en realidad, transporta muchachas de la convulsa ex Yugoslavia hasta los burdeles de Venecia y los platós clandestinos en donde se filman las más escabrosas escenas de su violación y asesinato.