Desde la brumosa certeza de que está a punto de traspasar la frontera de la vida y la muerte, Pancho Villa viaja al corazón de sus recuerdos y salda cuentas con la vida. En No me dejen morir así escuchamos una sola voz: la de la memoria de Villa, la del fantasma sin descanso que rastrea sus pasos por el norte de México, entre el desierto y la montaña, entre un amor y el siguiente, en una constante fuga de sus perseguidores y del destino último que habría de alcanzarlo en Parral.
El héroe de los desposeídos, los marginados de la tierra; el genio militar que no pudo ser, el hombre que encabezó la mayor fuerza revolucionaria de América Latina como si fuera una familia, rememora las traiciones y las venganzas, los anhelos y el quehacer diario de quien hizo la guerra como una manera de alcanzar la paz.