Melanie Melhem, organizadora profesional, propone una guía práctica para llevar una existencia liviana, en la que el orden y la organización no se conviertan en una obsesión, sino en un hábito que nos brinde más calidad de vida, armonía y placer visual.
La organización es el camino hacia una vida más simple, pero para ordenar es necesario soltar, y eso es algo que nos cuesta mucho. Hay personas que conservan guías telefónicas o volantes de deliveries con números que están a un par de clicks en internet. En los cajones de la cocina suele haber utensilios rotos. En los placares, demasiadas prendas de ropa que ya no usamos. Y los juguetes de los chicos se adueñan de la casa. Entonces el problema no es la falta de espacio, sino el exceso de cosas.
¿De qué sirve una biblioteca con libros que no vamos a leer? ¿Por cuánto tiempo hay que archivar las facturas de luz y de gas? ¿Por qué, de pronto, tenemos la alacena llena de productos vencidos? ¿Para qué guardamos cincuenta collares si siempre usamos los mismos tres? ¿Cómo conviene organizar el lugar de trabajo? ¿Y armar una valija? ¿Cómo inculcarles la costumbre del orden a los chicos sin volverlos locos?
Hoy las casas son más chicas que hace cincuenta años, por eso debemos ser conscientes y responsables acerca de los elementos que acumulamos. La house planner argentina Melanie Melhem propone varios consejos aplicados al mundo occidental para llevar una existencia más liviana. Y para que el orden y la organización no se conviertan en una obsesión, sino en un hábito que nos brinde una mayor calidad de vida.