Una llamada de alerta. Dos personajes: el secretario de Hacienda y el jefe del Servicio de Administración Tributaria se comunican para organizar el control de daños del escándalo internacional que se avecina: la mayor filtración de documentos en la historia del periodismo contemporáneo, Panamá Papers.
El escándalo era inminente. Las fortunas ocultas y la evasión de impuestos que esta filtración revelaba incluía los nombres de acaudalados políticos, exfuncionarios públicos y empresarios mexicanos, entre ellos, el constructor "consentido" del sexenio, Juan Armando Hinojosa Cantú, quien –en cuanto supo que era blanco de la investigación por conflicto de intereses debido a la edificación de la Casa Blanca– movió su capital a los paraísos fiscales.
¿Cómo es posible que en México el 1% de la población concentre la riqueza mientras más de la mitad de los habitantes vive en condiciones de pobreza? ¿Dónde están almacenadas las grandes fortunas? ¿Acaso sus dueños pagan impuestos igual que el resto de los ciudadanos? Quizá la respuesta pueda encontrarse en alguna parte de los once millones de documentos que se filtraron del despacho panameño Mossack Fonseca.
"No nos volverán a saquear", dijo el presidente José López Portillo hace treinta y cuatro años. ¿Por qué nos siguen saqueando?, ¿cómo evitar que siga sucediendo? El tema de fondo no es la evasión fiscal sino la corrupción política que ha permitido que miles de millones de dólares mal habidos terminen ocultos en diversos paraísos fiscales.