La crisis socioecológica no es un asunto nuevo que de repente muestre su faz amenazadora: en sus rasgos esenciales era perfectamente reconocible hace medio siglo. De hecho, la mayoría de los debates de los años sesenta y setenta sobre esta cuestión eran más abiertos y menos negadores de la realidad que buena parte de lo que ha venido después. Así, todavía hoy las posibles soluciones para algunos de los problemas socioecológicos más preocupantes pasan en buena medida por seguir las propuestas hechas por René Dubos (y otros pioneros del ecologismo). La organización de la vida en nuestras sociedades y ciudades, la capacidad de adaptación a formas diferentes de producción y consumo, la cuestión del bienestar humano y de los requisitos para una vida buena, la transformación de las relaciones con el resto de los seres vivos o entre la población de los países ricos y pobres son algunos de los asuntos fundamentales que aborda en estos textos. La originalidad de su planteamiento radica en gran parte, frente a visiones catastrofistas, en una concepción del ser humano como un ser creativo que es capaz de integrar el pesimismo de la razón con el optimismo de la voluntad.