¿Cómo justificar la reflexión filosófica a la luz de esos
objetivos de política pública que la filosofía no es capaz
por sí misma de satisfacer?
En este necesario y perspicaz ensayo, Carlos Peña se hace cargo críticamente del menosprecio del que, de un tiempo a esta parte, es objeto la filosofía.
En base a acusaciones de despilfarro e inutilidad, ha sido progresivamente desplazada de los planes educativos en pro de una enseñanza enfocada en lo técnico y lo útil. Es por eso que el autor se pregunta si efectivamente la enseñanza de la filosofía carece hoy de justificación y sentido.