Premio Nadal 1959.
Los dos viven en casa de su abuela en un mundo insular ingenuo y misterioso a la vez. A través de la visión particularísima de la muchacha -sin madre y con el padre desaparecido- asistimos a su despertar a la adolescencia, cuando, roto el caparazón de la niñez, ciega y asombra, y hasta a veces duele, el fuerte resplandor de la realidad. Una intensa galería de personajes constituye el contrapunto de su vertiginosa sucesión de sensaciones. Y es que, en unos meses, Matia descubrirá muchas cosas sobre "la oscura vida de los personajes mayores". Melancólica elegía de la perversión de la inocencia. Primera memoria aúna imágenes como espadas y una desgarrada inflexión poética y es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas de Ana María Matute.