Alrededor de 50.000 prisioneros de guerra republicanos ?muchos de ellos, gudaris? fueron recluidos en condiciones deplorables en el campo de concentración que el régimen franquista estableció entre 1937 y 1939 en el colegio de los PP. Jesuitas de Orduña (Bizkaia), curiosamente el mismo centro donde años antes había estudiado el lehendakari José Antonio Agirre. Habían perdido la guerra y estaban a merced del enemigo, sometidos a un trato inhumano que se sustentó en el hambre, el hacinamiento, la humillación y la brutalidad de los guardianes. Además, y por si fuera poco, fueron obligados a trabajar como esclavos en numerosas obras públicas y privadas locales.