Las autoras se atrevieron a contar lo que sucedió con las mujeres que pasaron por los brutales campos de concentración de la dictadura, donde los represores les gritaban putas y guerrilleras. No fue fácil. El trabajo publicado hace cinco años perturbó y enfureció a sectores de la militancia política. Para algunas y algunos era más tranquilizador continuar con la historia binaria de heroínas y traidoras. Indagar en los abismos de la crueldad y del odio ejercida contra las mujeres, y debatir sobre ello, no era políticamente correcto. Y el silencio y el temor fueron la opción elegida.
Miriam Lewin y Olga Wornat, en un libro descarnado y honesto, desnudaron el infierno al que fueron sometidas las militantes que caían y, a la vez, cuestionaron a las organizaciones guerrilleras y el pensamiento machista de la época. La edición actualizada de este libro, con el invaluable prólogo de Rita Segato, no es azarosa. Fue un lustro de profundos avances en las luchas de las mujeres, en la comprensión y la discusión del orden patriarcal imperante en los violentos años 70 y en la actualidad. Un tiempo en el que mujeres y disidencias de varias generaciones –y también varones– adoptaron Putas y guerrilleras como una referencia indispensable; un libro que conecta las luchas de hoy contra el acoso, el femicidio, la violencia sexual y la falta de paridad de género, con las historias dolorosas del pasado que reviven en estas páginas en un contexto de justicia.
Putas y guerrilleras es un libro intenso y desgarrador, un trabajo imprescindible para el debate feminista.