Diego Scott, productor y testigo privilegiado, reconstruye la vida de Fernando Peña y propone recordar a un tipo con un talento descomunal que rompió las estructuras de la radio, el teatro y la televisión de la mano de La Mega, Palito, Roberto Flores, Sabino, Dick Alfredo, Milagritos y Martín Revoira Lynch.
A través de la memoria de sus amigos y colaboradores, Diego Scott, productor y testigo privilegiado, reconstruye la vida de Fernando Peña y sus entrañables e inolvidables criaturas. Nos propone recordar a un tipo con una capacidad de observación descomunal que le permitió desarrollar su inmenso talento. Los excesos, la generosidad, la droga, el sexo y la inteligencia fueron solo la punta del iceberg de una personalidad absolutamente sensible que cambió y rompió con todos los formatos de la radio, el teatro y la televisión de la mano de La Mega, Palito, Roberto Flores, Sabino, Dick Alfredo, Milagritos y Martín Revoira Lynch.
Como dice Sebastián Wainraich en el prólogo, este libro permite "visitar a Fernando Peña. Sentirlo vivo de nuevo. Traerlo un rato de la muerte para recordarnos que Fernando fue real y que todo lo que pasó y nos pasó con él fue de verdad".
Lleno de nostalgia, el libro pone en primer plano nuevamente la voz de Peña y la intimidad de sus últimos días por esta vida que no le resultó fácil: "La gente gay tiene que actuar mucho. Es muy difícil: tu madre te rechaza, tu padre te hace problema, la sociedad, los amigos... entonces tenés que actuar de varias cosas".