Que no se vaya nadie sin devolver la guita

Editorial
Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
ISBN
9789500743679
Idioma
Español
Publicado
2013
Formato
application/epub+zip
Marca de agua digital
2,99€

Otro libro en que Enrique Pinti con su característico humor da cuenta
de un momento histórico de la República Argentina. El humorista toma
críticamente la serie de hechos que se desencadenaron en nuestro país en
Diciembre del 2001.


A través de cada nuevo libro de Enrique Pinti podemos anticipar parte de
lo que va a ocurrir en la República Argentina. Y no se trata de que este
máximo monologuista tenga poderes de adivinación ni de que posea
información secreta, sino que su análisis de la realidad pasa por un
sentido que pocos poseen: el sentido común. El sentido común que no se
deja obnubilar por el deseo o la fantasía.
Sobre este punto, Pinti nos aclara que nunca permitió que sus opiniones
fuera arrastradas por las ideologías en boga que vaticinaban la
revolución a la vuelta de la esquina. Desde hace tiempo sabe que nuestro
pueblo es mucho más complejo de lo que la mayoría supone. Él se ve a sí
mismo yt a todos nostros tal cual somos, y disecciona con mano firme a
los políticos que siguen con su empecinado autismo frente a este
derrumbe, a este horroroso presente cartonero, a este naufragio de toda
la sociedad.
Si observamos los cacerolazos, los escraches y los piqueteros cortando
rutas, pensaríamos que figuras como Rodríguez Saa, Menem o De la Sota no
podrían ser electos ni en un pueblito perdido de la selva misionera. Sin
embargo, a pesar de todo lo que vemos, continúan encabezando las
encuestas y es probable que uno de ellos sea el próximo presidente de
los argentinos.
Vivimos épocas de gran confusión donde casi nadie puede prever cómo será
el día de mañana, y Enrique Pinti no es una excepción. Siento lo mismo
que cualquiera de nosotros, pero intenta que pensemos juntos un futuro
mejor para la gente. Pese a todo, en este libro logra destrañar algunos
misterios nacionales, y lo hace con un lenguaje directo, con todo el
poder de su ironía, son su legítima bronca deslenguada.
Y con su compromiso de siempre.