La reforma energética en el rubro de hidrocarburos es un proceso, el cual tiene como antecedentes tres propuestas anteriores al respecto: una del Pan, otra del PRI y una más del PRD, que sirvieron como base para estudiar la situación de los hidrocarburos en el país y plantear objetivos: la seguridad de suministro, la competitividad, la sustentabilidad y la viabilidad fiscal de la industria. En cuestión de tres años se pasó de un cambio conceptual a una realidad con una vida muy diferente a la que se vivió durante casi ochenta años. Los seis años de la presidencia de Enrique Peña Nieto saldrán con muchas tareas hechas en relativamente poco tiempo. Es previsible que veamos más nombres nuevos en las licitaciones de contratos petroleros, en las gasolineras y que, aun si no los tenemos presentes, haya más logística para que algún día una pluralidad de comercializadores muevan más derivados del petróleo por tantos rincones del país como sean necesarios. Es posible que la reforma de hidrocarburos llegue lejos. Si hay negocio, las empresas vendrán a México no sólo por su potencial petrolero y su posición geográfica, sino también porque es económica y políticamente más estable que muchos otros países productores