El refrán nace en el seno del pueblo, de gente iletrada pero no inculta, porque conoce el sentido de la vida e interpreta lo esencial de lo humano. Y, a partir de ese humilde origen, va expandiéndose y ascendiendo socialmente, valido de su verdad y agudeza, y se hace sitio en la conversación de los letrados, en los medios de comunicación, en los debates, en la literatura. Refranero de uso argentino es una colecta que reúne más de ocho mil refranes recogidos en compilaciones provinciales y nacionales, en cosecha lograda en el campo –fértil en ellos– , en los pueblos y en las ciudades. Por eso resulta una obra representativa de lo federal. Lo llamamos de “uso argentino” porque estas obritas han estado y están –algunas con una vida bicentenaria, acompañando el crecimiento de la patria– en boca de nuestros hombres y mujeres, de preferencia en la de los mayores (“Del viejo, el consejo”). Este caudal refranero se compone con una abundante herencia española, de la que hemos adoptado muchos: “Poco a poco, hila la vieja el copo”, y su variante, “Poco a poco, se sorbe el niño el moco”. Hemos adaptado otros: “El mismo perro con distinto collar” lo aquerenciamos como “La misma coya con distinta pollera”. “En casa de herrero, cuchillo mangorrero” fue retocado: “En casa de herrero, cuchillo de palo”. Y hemos generado algunos: “Don Jonás, debajo de la levita, el chiripá”, “No hay animal pescuecero ganándole en el tirón”, “Así pasa: cuando el corral es chico hasta los gringos enlazan”, “Asigún el gaucho es el agasajo”, “Pata que nació pa’ ojota nunca se pondrá bota”. En este período de reafirmación de nuestra identidad cultural, cuando cursamos los dos bicentenarios, aportamos, con esta compilación, parte de un capital de nuestro legado lingüístico nacional, como antes hicimos con el Diccionario fraseológico del habla argentina, en el que recogimos más de once mil expresiones y dichos auténticamente nuestros. Ahora agavillamos para usted nuestros refranes, sentenciosos, pícaros, sapienciales, ingeniosos, en dos tiempos…