Múltiples son las tradiciones literarias en las que se insertan estas memorias ficticias de Lucio Caballero, libertino cosmopolita de la más reciente decadencia venezolana: por una parte, las antiguas novelas romanas; por otra, la picaresca española; no faltan homenajes a Rabelais, John Wilmot o Eca de Queirós. Entre el desparpajo y los excesos, la imaginación de Lucio, sin embargo, acaba desplazándose por caminos imprevistos; el desencanto vital, la extranjería, el descubrimiento de los afectos mediante la risa, el arte y el Eros fundan en su prosa nuevos órdenes de la experiencia, abren -tanto para quien escribe como para nosotros, sus lectores- las compuertas de la vida interior.