Los Retratos reales e imaginarios presentan una serie de personajes como Antonio de Nebrija, Baltasar Gracián o Napoleón I en situaciones que ninguna crónica verificable podría sostener. Alfonso Reyes demuestra a lo largo de estos textos que la realidad necesita de la imaginación para hacerla memorable: “la fantasía, escribe Alfonso Reyes, me ofrece un mundo creado por mí y a mi manera, ‘a mi imagen y semejanza’. La realidad me impone un mundo exterior a mí, y en él me esclaviza. Luego la realidad es mi enemiga. Muchas veces lo he sentido así. ¿Y quién no? En ocasiones, me parece que voy como un ciego tanteando obstáculos con el bastón y sin saber por dónde camino. ¡Qué sería en cambio, volar por los reinos imaginados que obedecen a mi capricho!”.