Sandro íntimo recobra la figura de Roberto Sánchez para devolverla al centro de la escena. Olga Garaventa, su esposa y compañera durante sus últimos años, rompe el silencio para dar a conocer la historia de un amor inesperado e intenso, que decidieron vivir aun frente a la amenaza de la enfermedad. "No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad/ quiero que me recuerden como a la misma felicidad" decía la letra de "Una muchacha y una guitarra"; tema que Sandro reconocía como su testamento y con el cual Olga había entrado a su propia fiesta de quince. Bajo esta premisa, Sandro íntimo recuerda con alegría y emoción a Roberto Sánchez, el hombre detrás del ídolo.