Carmen buscó en su ordenador el anuncio que había visto en el tablón del instituto. Se titulaba Se buscan héroes de andar por casa y animaba a contar una historia de heroísmo cotidiano en un concurso que ofrecía cuarenta mil euros al ganador. En la página de inicio de la web encontró fotos a ambos lados que remitían a los textos. Pinchó al azar una que parecía antigua: mostraba a un chaval abrazado a un perro. El perro llevaba un parche en el ojo. En el texto, una chica contaba la historia de su novio. Para Carmen, estaba claro que la gente iba a intentar ganar el concurso por lo melodramático. Sin embargo, ella no quería dar pena. Nada de perros tuertos ni de niños enfermos, sino la verdad pura y dura.