No cabe duda de que uno de los grandes temas políticos del siglo XXI es cómo afrontar la cuestión de la seguridad. Como respuesta a este anhelo, se ha extendido la tendencia que aboga por el castigo como método disuasorio o correctivo. Sin embargo, son muchas las sombras que hay detrás de este recurso y numerosos sus detractores dentro de distintos sectores sociales y académicos. Las críticas a la prisión permanente revisable introducida con la reforma del Código Penal de 2015, la aprobación de la ley de protección de la seguridad ciudadana, conocida como “ley mordaza”, o la criminalización de nuevas conductas, han abierto el escenario para que las tesis abolicionistas de la prisión que destacaron en los años sesenta y setenta, especialmente en los países nórdicos, hayan comenzado a tener una notable incidencia en el debate social de los últimos años. La intención de este libro es repensar lo que parece incuestionable. Analizar de nuevo, desde otras perspectivas, dilemas en torno a la respuesta penal que ofrecemos a los conflictos desde una perspectiva puramente abolicionista. Este es, ante todo, un libro que defiende que se puede terminar con la prisión; pero no se trata solo de abolir las instituciones penitenciarias, o todo aquello comúnmente llamado “de lo penal” o “de la prisión” sino de dar un paso más y examinar la propia cultura que soportamos en la actualidad para llegar a cuestionarnos el propio concepto de castigo.