Si todas las previsiones de los expertos sobre esta crisis han fallado, los diagnósticos han resultado equivocados y cada explicación cuenta siempre con su alternativa, cabe preguntarse ¿para qué sirve un economista?
¿De qué le ha servido a España tener cincuenta facultades públicas de Economía y otras tantas escuelas privadas? ¿Han estado los economistas a la altura de las necesidades de los ciudadanos españoles? ¿Han sido parte de las trapacerías y engaños que nos han hecho más pobres? ¿Tenían soluciones? ¿Deben entonar un mea culpa colectivo?
A estas y a otras muchas preguntas da respuesta este ensayo, que disecciona las consecuencias de la crisis y de las decisiones económicas tomadas para salir de ella.
Si no se cumplen mis teorías, tengo otras es una crítica mordaz a la discutible aportación de nuestros economistas al bienestar reciente de los españoles. Un análisis de los errores cometidos y una toma de conciencia de que la mayoría de los que decidían en cajas de ahorro, constructoras, órganos reguladores o ministerios (los que la pifiaron) eran economistas.