Desde su sólida experiencia profesional, Javier Cándarle nos ofrece aquí los conceptos esenciales de mindfulness junto con propuestas de prácticas enfocadas a la reducción del estrés y el bienestar.
Podría confesar que me la he pasado luchando contra quien verdaderamente soy. De jovencito, creo que me detestaba. Veía con dolorosa claridad lo lejos que estaba de aquello que idealizaba y me costaba mucho habitar mi precariedad imperfecta y contradictoria. Somos seres imperfectos con ansias de eternidad, con intuición de perfección. Quizá fue la fuerza de la frustración la que me ayudó a entender que algo muy estéril había en aquella pelea permanente. ¿No deberíamos dejar de intentar ser lo que no somos?
"La práctica de Mindfulness no implica intentar ir a ningún sitio ni sentir nada especial", nos comenta Jon Kabat-Zinn. Puedo decir que demoré bastante en comprender la importancia decisiva de la cualidad del corazón con la que uno practica. Y bastante más aún me llevó asumir que la práctica no me iba a conducir finalmente a ningún tipo de santidad. Sin embargo, paradójicamente, como dijo Carl Rogers: "Una vez que me acepté pude empezar a cambiar". Emergió entonces un enorme alivio, un amor intenso hacia lo imperfecto. Hacia las lágrimas, los sustos, mis caídas y las de mis prójimos.
Podemos descansar y mecernos en el vaivén de la existencia, dejar de luchar contra la alternancia de las luces y las sombras, las imperfecciones y los dones, nuestros miedos y nuestro coraje. Sentirnos más cómodos, tanto en el lodazal como en los espacios de aguas claras y cristalinas. Se trata tan solo de aprender a descansar en quien se es verdaderamente. En quienes vamos siendo.
Hoy me enternecen las batallas que libramos día a día a nuestras faltas. Expulsados del paraíso, nos hacemos bellos de tierra y en la tierra. De eso les quiero hablar en este texto. De la belleza de estar vivos y de la importancia de nuestro modo de vincularnos con todas las cosas que nos llegan y nos habitan.