Soy el ejemplo perfecto de mujer florero.
Durante toda mi vida me han aleccionado para ello y he cumplido a la perfección mi papel.
Pero de repente la realidad se impone, y no de forma suave, no, sino con un bofetón cruel que te deja desorientada y sin saber qué hacer. Lógico si rara vez he pensado por mí misma; primero mis padres y después mi marido se han encargado de tomar las decisiones importantes de mi vida.
Así pues, no me queda más remedio que buscar una salida; el problema es que no sé ni por dónde empezar.
De ahí que, agobiada, casi arruinada y sin perspectivas de mejora, acabe pidiendo ayuda a quien sé que me la va a negar, pero ¿qué alternativa me queda?