Cientos de miles de personas pensaron que la muerte de Catalina en Sin tetas no hay paraíso era el final de aquella tragedia del tamaño de un país, pero con esta novela la historia sigue adelante gracias a un nuevo personaje: Catalina la pequeña.
Conocemos a la chica apenas en sus trece años, hija de Hilda y Albeiro, es decir, la madre y el exnovio de la protagonista asesinada en la primera parte. Rodeada por las tentaciones del dinero fácil, por la silicona y por la envidia como el mayor impulso de superación, Catalina decide alejarse del rastro de su hermana hasta que un narcotraficante la obliga a conocer el infierno.
Gustavo Bolívar decidió alargar la vida de su universo incómodo, lleno de capos, prostitutas y violencia, para recordarnos que elegir –simplemente elegir– es un sueño lejano para miles de mujeres que buscan redención.