Clara no estaba pasando por el mejor momento de su vida cuando su amiga Paula le propuso cruzar el océano para acompañar a un anciano en un viaje por la costa oeste de los Estados Unidos. Estaba sin trabajo y su relación con Raúl se encontaba en un punto de no retorno, así que no tardó demasiado en aceptar.
Duncan Sutter no era un anciano corriente. El peculiar nonagenario que había contratado los servicios de Clara como enfermera quería que lo acompañase en su último viaje al Gran Cañón de Colorado junto a su inseparable chófer Raj. Kilómetros y kilometros de carreteras desiertas para ayudar a cumplir con el último deseo de un hombre que, aunque atisba el fin de sus días, sabe que debe cerrar el círculo de sus recuerdos para estar en paz consigo mismo. Pero lo que Clara ignora es que aquel viaje, también para ella, parecía estar escrito en las estrellas.