Astrid y Koen no tienen nada en común, excepto el accidente. Aquel día cambió el curso de la vida de ambos. Caos. La palabra perfecta para describir a Astrid, mientras que Koen es más bien como el océano en calma. Una necesidad de escapar de sí mismos. Mentiras. Esperanza. Miedo. Koen, con la vida resuelta, y Astrid, con su mundo patas arriba, como si fuera cuesta abajo sin frenos.