Una familia inglesa ligada a los negocios marítimos se traslada a vivir a un puerto del sur. A partir de los vínculos que establecen sus miembros con la sociedad portuaria de la zona se desarrolla, con una sinuosa astucia selectiva, un mosaico de relaciones en el que se confunden el vértigo enfermizo de la memoria y la incoherencia del presente.
Toda la noche oyeron pasar pájaros refleja la erosión de una realidad artificialmente apuntalada por equívocos morales, violencias congénitas y fraudes educativos. El tiempo narrativo del relato abarca desde la pura reflexión —la adaptación familiar a un mundo obsoleto, los lastres de la guerra civil, las zonas prohibidas del erotismo, las navegaciones fantasmales— hasta el núcleo de la acción del relato.
Como es ya habitual en su narrativa, Caballero Bonald crea una tensión ambiental en la que la inminencia de lo inverosímil impregna toda la novela y donde la idea del absurdo se engrana con un proceso de decrepitud humana. Toda la noche oyeron pasar pájaros es una inquietante historia de desintegración social que demuestra el excelente dominio del lenguaje y de la técnica narrativa de unos de los mayores escritores contemporáneos.