Tras recibir la carta de un asesino convicto y lector de sus novelas, Beatriz imagina sus vidas posibles.
De la autora de Dios se fue de viaje y Lo que no mata, enamora, Beatriz Rivas.
Ya no necesita exorcizar ni inventar vidas posibles: se ha reconciliado con su nombre.
Así como los presos condenados a muerte, de cierta manera todos estamos en elpabellón que nos lleva hacia el final. En ello reflexiona Beatriz cuando recibe la inesperada carta de un asesino convicto, lector de una de sus novelas. Sabe que cualquier autor es susceptible de ser leído por algún demonio, pero la carta convoca a sus propios demonios y para dejarlos atrás tiene sólo un medio: la escritura.
Plagiadas, reales, ficticias, inventadas y robadas, Beatriz escribe sobre otras Beatrices. Sobre mujeres que podría ser. Sobre sus vidas posibles. Una vendedora de fármacos, una manicurista, una joven asesinada, una senegalesa que anhela regresar a su país..., las vidas que va narrando cambian su visión de sí misma y le hacen saber que el destino es más astuto que nosotros, tiene más experiencia y nunca se siente culpable.
Beatriz Rivas es, en realidad, muchas Beatrices. La que nació en la ciudad de México, un 9 de mayo de 1965, en una familia que le hizo accesibles todos los caminos. La adolescente rebelde que estudió en una escuela liberal y laica en la que se cantaban, en el coro, piezas de Pink Floyd. La estudiante desidiosa que no ha podido terminar su tesis de maestría en Letras. La periodista frustrada que, más bien, quería convertirse en novelista. La feliz coordinadora de talleres literarios que no entiende, bien a bien, por qué le pagan si disfruta tanto lo que hace. La amante del whisky y de vivir permanentemente enamorada. La mamá de una niña de ojos enormes, ternura presta e inteligencia exquisita. La neurótica que hace listas para todo. La mujer mil veces favorecida por el karma o por alguno de los tantos dioses en los que no cree. La autora de La hora sin diosas (Alfaguara 2003, Recorded Books 2005 y Punto de Lectura 2006) y Viento Amargo (Alfaguara 2006); en fin, es una Beatriz que quisiera ser todas las Beatrices para, con cada vida imaginada, abrir de nuevo todas sus posibilidades y permitirse aquello que la ficción, atinadamente, pone a nuestro alcance.