Las drogas de Hoffman y De Quincey, la bebida de Poe y Darío, el té que medio embriagaba a Proust, el café del que abusaba Voltaire o las manzanas podridas que deleitaban a Schiller son “Los estímulos literarios” que Alfonso Reyes examina en el primero de los tres ensayos que componen la presente obra, y que, junto con los otros dos, “El método histórico en la crítica literaria” y “La vida y la obra”, está dedicado al proceso creador y a los aspectos que a menudo determinan el carácter de lo escrito.