Un relato descarnado que nos enseña a aceptar las segundas oportunidades que lavida nos da.
Tristán Redmond, después de ocho años de conocer a Kaia, sentía la necesidad de
saber qué secretos escondía, por qué se mostraba siempre tan apática, tan sumisa,
pero él sabía bien que ocultaba el fuego de su interior y quería, no, ansiaba conocer el
porqué. Kaia solo tenía un deseo, entregó su cabeza en una bandeja de plata para
recibir la tortura y el final que merecía. Kaia tenía que pagar todo lo que hizo.