Viggo habita en la oscuridad desde hace mucho tiempo y cree que sus dolorosos recuerdos son necesarios para no olvidar que merece cada día de sufrimiento.
Buscar un poco de paz sería lo más sensato, pero su dañado cerebro se empeña en todo lo contrario. En el Underground ha encontrado la forma de purgar su pena, pues dentro de la jaula se convierte en el propio verdugo de su destino.
Cuando sube al ring no lo hace por dinero; lo que desea es sufrir, sangrar, que lo golpeen…, aunque ciertamente ningún dolor físico parece ser suficiente para extirpar su eterna culpa.
Cuando Kaysa aparece en su vida, él intenta alejarla por mil razones que considera indiscutibles: ella es joven, dulce, inocente… y no necesita que nadie la lastime más de lo que ya está.
Sin embargo, aunque no se la pueda permitir, el cuerpo de Viggo sabe lo que quiere, y la quiere a ella. Por ese motivo rechazarla se ha convertido en un gran problema, pues ahora no sólo la desea sino que también podría estar enamorándose de ella.