La vida puede intentar destrozarnos, pero los muertos nunca nos dejarán caer.
Comienza septiembre y el verano se va despidiendo. Baro pasa esas últimas semanas en el pueblo que ha sido su hogar durante décadas. Al calor de esas mañanas, escribe sus recuerdos. Todos aquellos momentos que le han llevado hasta ese lugar. Fragmentos de una vida como las demás, pero que fue la suya particular, y que desea dejar como testigo escrito de su paso por el mundo.