Las segundas oportunidades existen... y suelen ser mejores que las primeras.
Tener un número por nombre no es tan malo cuando viene acompañado de un regalo. Siete se ha hecho acreedora de una segunda oportunidad, aunque para ganársela debe, por decirlo así, aprobar su asignatura o, lo que es lo mismo, hacerse cargo del «nuevo». Solo que hay un pequeño detalle, el sujeto no trae muy buenas recomendaciones. Por suerte, la tutora a cargo cuenta con su expediente, algo de ayuda de arriba y su personalidad aguerrida y peleonera que no le permite tirar fácil la toalla.
El «nuevo» es todo un caso y trae consigo su propia misión en las que sabe lleva todas las de perder. ¿Con que cuenta además de su espléndida presencia que no le sirven de nada donde ahora se encuentra?: el instructivo que Siete le entregó, la inocencia de un niño, porque el apartado de los recuerdos en su cabeza está por completo vacío, y el apoyo de su mentora. Aunque ninguno de los dos se imagina siquiera que la convivencia entre ambos traerá de vuelta para ella aquel espíritu indomable y reincidente de su pasado, capaz de trascender hasta lo que no se puede ver.
Entre el cielo y la tierra, lo sublime y lo efímero, lo permanente y lo pasajero, dos seres involucrados por un Plan divino se disputan derechos, deberes, tiempo y espacio en el afán de mantenerse sostenidos para ponerse a cuentas.