Hay amores imposibles, otros inevitables, algunos imprevistos, y, siendo distintos, son el mismo.
En Bruselas, ciudad tentacular, dos historias de amor. Una inesperada, otra inevitable, aunque en realidad hay muchas más historias de amor. Aparecen personajes cada cual con sus trazos y trazas: impresionistas, expresionistas, cubistas, incluso realistas o surrealistas. Las historias y los personajes se entremezclan, se superponen, transcurren como sin rozarse, los tiempos narrativos son diferentes y se yuxtaponen. La vida se escribe en lenguaje morse: un punto de gozo y una inmensa raya de silencio. Una muerte accidental se hace pasar por asesinato, un amor se resiste a vivir, un policía infiltrado acaba cómplice, un seguro de vida y un bar de marginales, donde personajes y tramas convergen y dejan su huella para que la derrota, la huida, una cierta tristeza y, al mismo tiempo, la esperanza se mezclen a paladas y conformen la argamasa de la vida, de todas las vidas.