«La besé con todas mis ganas. Con todo mi ser. Como si besara también al miedo para espantarlo y solo pensase en la esperanza de los días venideros. En la vida que nos aguardaba tras aquella noche impregnada de sueños».
Hace meses que Nicolás se marchó a Madrid a estudiar. Cree haber perdido la partida contra el amor y lo ha alejado de sus prioridades, así que pasa sus días entre clases, noches de taberna y tardes de café, junto a su mejor amigo, el joven aristócrata Javier Galí de Rioalto.
Con ocasión de un viaje a Galicia, conoce a Camila de Ariza y Marín, una joven de gran arrojo y fuertes convicciones, que pronto despierta su curiosidad. Aunque cuando se encuentran son dos almas a la deriva en la tempestad de sus vidas, cada palabra, cada gesto, les conmina a acercarse y los ata de forma irrevocable el uno al otro.
Entre ambos surgirá una afinidad innegable; una atracción difícil de evitar y, aun sin pretenderlo, la admiración que Nicolás siente por ella terminará llevándolo, poco a poco, al filo de unos sentimientos que creía dormidos para siempre. Para ella no será distinto. Camila no puede escapar de la mirada azul de Nicolás ni de su forma de tratarla. Sin embargo, el amor que sienten, por fuerte que sea, no es el único en jugar la partida de sus destinos, pues hay poderes en la sombra dispuestos destruirlos.
«Apenas tenía tiempo para amarla, pero no iba a irme sin hacerlo una última vez. Por si moría, para que quedase un recuerdo más de lo que fuimos. Fuego. Llamas. Incendio. Una fuerza indestructible. El universo en sí mismo».