No fue el perdón lo que nos redimió, sino el amor.
No fue el perdón lo que los redimió de sus historias, sino el amor.
Historias como la de dos inmigrantes húngaro-judíos que llegaron a México alrededor de 1930, y cuyas familias enteras perecieron en los campos de exterminio nazi unos años más tarde; o la de la nieta de una esclava negra que escapó de Cuba a finales del siglo XIX y, asimismo, encontró refugio en México. Redención ante la inusitada urdimbre que tejieron sus descendientes, cuando, con un amor prohibido, desafiaron las reglas establecidas. Redención ante otros brutales secretos de familia.
En el sótano de una casa de Vancouver, agobiada por la culpa y la angustia, una mujer mexicana no identificada desenreda esta urdimbre a partir de un enigmático objeto -un amuleto que, en un acto ignominioso del que nunca pensó sería capaz, le arrebatara a una indocumentada moribunda que había cruzado dos fronteras de manera clandestina-.
Así emerge Estado de ausencia, una memoria familiar que profundiza en el México y Canadá contemporáneos, mientras traza el mapa emocional de las relaciones familiares, el racismo, la migración forzada y el genocidio.
Narrada con integridad y ternura, a la vez implacable y conmovedora, Estado de ausencia es una denuncia, un testimonio y un canto; un tributo al triunfo del amor y la dignidad sobre el horror y la oscuridad.