Lizcano, Pedro
Pedro Lizcano nació en Madrid en 1963. Creció entre el sabor a cuentos maternos en los fogones de una cocina de carbón y el olor a estanterías de madera repletas de libros de filosofía que se habían adueñado de todos los espacios libres de su casa. El corazón de su padre latía al ritmo de una trilogía que marcaría las bases de una nueva sociedad y, así, Pedro llegó a ser el primer madrileño en descubrir el “mancomún de los hombres libres” antes que los efectos de la cerveza en la barra de un bar.
Por aquel entonces, y todavía con pantalón corto, ya emulaba las aventuras de Salgari en sus primeros devaneos como escritor y se presentaba con inocencia a concursos literarios. En sus tiempos de lector, las tareas se hacían más espinosas al tratar de disfrutar de los hermanos Karamazov, Gregorio Samsa o el ingenioso hidalgo.
La herencia intelectual, al igual que le ocurrió de bebé con la leche materna, la engulleron sus hermanos mayores, así que sus padres contemplaron, con silenciosa resignación, cómo el último de sus siete hijos se desviaba hacia la poco elevada profesión de ingeniería.
Al tiempo se apagaron los cuentos de su niñez en la voz de su madre. Su padre no llegó a terminar su obra, leía más de lo que escribía y esa arritmia paró su corazón. Y Pedro pasó los siguientes años entre proyectos de Telecomunicaciones, su mujer y sus tres hijos a los que alimentó cada noche con un cuento. Cuentos de una noche que nunca quiso escribir. Regalos irrepetibles en la memoria de tres niños.
Por fin llegó a su segunda infancia. En ella redescubrió a los autores de su niñez y estudió técnicas narrativas en talleres internacionales durante varios años que utilizó para entrenar su imaginación. Y así surgió su primera novela, Disidentes. Un libro con precisión de ingeniero, con carga de profundidad, que habla de otra forma de ver el mundo y salpicado de relatos que parecen escritos en los fogones de una cocina de carbón. Un libro que deja una dulce sensación.