Vuelve la serie «Todas para una» de Mayte Pascual con esta cuarta entrega en la que Cloe, Nel, Sofía y Anaïs volverán a poner a prueba su eterna amistad y las risas estarán más que aseguradas.
Alice está enfadada con el mundo. Desde el fin de semana del encuentro, que en buena hora se le ocurrió, ya no se habla con ninguna de sus amigas. Bueno, llamar amigas a esas harpías traicioneras... Todas se pusieron de parte de Cloe. Vale que ella, quizá, puso un poco de sal y pimienta al asunto, pero...
A ver, solo fue una cosilla de nada con Aidan, tampoco era para tomárselo así.
Desde el enfrentamiento, su red social no ha hecho más que perder seguidores y Alice ve cómo anunciantes y dinero se volatilizan en tiempo record. Y lo peor es que también su padre lo ha visto. Ante la pérdida de gran parte del capital que él mismo invirtió, se ve obligada a hacer lo que siempre ha evitado: trabajar para la empresa familiar.
De la mano de su padre y el perfectito de su hermano, que acaba de volver de San Francisco, tendrá que demostrar que es algo más que un cuerpo y una cara bonita. Pero si alguien piensa que Cloe y las demás se van a ir de rositas, es que no conocen a Alice todavía... Aunque puede que ni ella misma se conozca del todo.
Esta es la historia de la mala de la película, de la que siempre tiene culpa de todo. Pero puede que Alice esté cansada de ese papel y solo quiera ser ella misma. Claro que para eso igual necesita un poco de paz y no tener hasta en la sopa a Rodrigo, ese socio impuesto por su padre y que parece caer bien a todo el mundo menos a ella. Igual si dejase de incordiar y poner esa sonrisa de listillo...
Vale. Vamos a dejarlo aquí. Quizá lo de la paz no va exactamente con su personalidad...