Una audaz reflexión sobre la era digital y sus efectos en las relaciones humanas, bajo la apariencia de unas sorprendentes memorias.
Bajo la apariencia de un relato autobiográfico, el autor va desgranando los efectos nada tranquilizadores que la nueva era digital nos está dejando. Si en algunos capítulos asistimos al retrato sociológico y humano de los años 80-90, en otros nos damos de bruces con la zona de obras e inseguridades de hoy. A veces parece más un relato de intriga que una narración amable de memorias. No obstante, el autor concede algún sitio a la esperanza, sin ocultar sus dudas y su compromiso con la verdad histórica y la defensa de lo social. Nada es lo que parece y cada página es una sorpresa para el lector: la rememoración del pasado, pero también la reflexión y el abrazo a nuevas inquietudes. El autor nos introduce en temas que, por su conflictividad, son poco tratados por la novelística, pero es que su intención es esa: molestar, dar la coz en la herida. Además, naturalmente, de practicar una escritura consistente y madura, difícil, poética, de frases largas —cuando es necesario— que expresan pensamientos complejos. Nada que ver con una supuesta tendencia a las frases cortas, deslavazadas y sin sustancia —nos dice—. Y solo cuando llegas al final del libro percibes el revulsivo que te ha dejado en el cuerpo ese «viaje al horizonte turbulento de las relaciones humanas».