Uno no elige cuándo nace o, al menos, no lo recuerda.
Esta es la historia de un niño ignorado en su etapa escolar comenzada en los años 60, transparente ante los maestros, ajenos entonces a este tipo de capacidades. Llegando a vivir convencido de su condición de tonto, encuentra en Tintín, las enciclopedias, los mapas y la radio sus grandes amigos capaces de saciar su inmensa curiosidad; todo menos los libros de texto. Ante tal inadaptación, surcará los confines del espacio a modo de evasión mientras sus compañeros avanzan en el aula, con los peligros que esto conlleva. Toda una vida repleta de preguntas y reflexiones en la que tratará de establecerse en todos los ámbitos, no sin sudar la camiseta, porque al igual que su equipo del alma «nunca se rinde». Hoy en día, la pedagogía trata de detectar estos casos, pero, como es sabido, uno no elige cuándo nace o, al menos, no lo recuerda.